VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, "GEORGES PEREC; PENSAR Y CLASIFICAR", en Revista ADAMAR, Nº 26, 2007, Sitio incluido en el Directorio Mundial de Literatura de la UNESCO. http://adamar.org/ivepoca/node/232
VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, “PENSAR Y CLASIFICAR; GEORGES PEREC, ESCRITOR Y TRAPECISTA”, En Escáner Cultural, Revista de Arte Contemporáneo y Nuevas Tendencias, Santiago, 2007, http://revista.escaner.cl/node/88
VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, “GEORGES PERÈC O LA LITERATURA COMO ARTE COMBINATORIA: INSTRUCCIONES DE USO”. En MARGEN CERO, Madrid.
http://www.margencero.com/articulos/articulos2/georgesperec.htm
Reseñado en Atlas de LITTÉRATURE POTENTIELLE, FRANCE
http://perso.orange.fr/jb.guinot/pages/GPoulipo.html
Pensar y clasificar; Georges Perec, escritor y trapecista por Adolfo Vásquez Rocca
"He olvidado las razones que me hicieron escoger, a los doce años, Tierra del Fuego para instalar allí W: los fascistas de Pinochet se han encargado de dotar a mi fantasma de un último eco. Hoy varios islotes de Tierra del Fuego son campos de deportados”
PEREC, George, W o el recuerdo de la infancia, Ed. Península, Barcelona, 1987.
Adolfo Vásquez Rocca: GEORGES PERÈC; PENSAR Y CLASIFICAR
1.
Perèc es uno de los escritores más interesantes e imaginativos del siglo XX que, además de haber sido el creador de los crucigramas semanales de la revista Le Point, de París, realizó guiones cinematográficos, varias novelas, poesías, ensayos literarios y sorprendentes piezas teatrales. Georges Perèc, continua siendo casi desconocido para el gran público, a pesar de que existen traducciones de sus obras a 15 idiomas y goza de celebridad entre autores –para quienes constituye una inspiración– como es el caso de Raúl Ruiz, un poco al modo como Jean Genet lo constituyo para Sartre.
En 1965 Perèc obtiene el premio Renaudot por su novela prima –Las cosas [3]– donde narra la progresiva desaparición de un joven matrimonio de diletantes parisinos entre sus aspiraciones sociales y sus ansias revolucionarias. En 1967, junto al extraordinario novelista Raymond Queneau [4] –miembro del Colegio de Patafísica, director de la Encyclopédie de la Pléiade– y el matemático Françoise Le Lionnais forma OULIPO (Ouvroir de Littérature Potentielle “Taller de literatura potencial”), que entre sus miembros llegó a contar con figuras como Nöel Arnaud, Marcel Bénabou, Italo Calvino, Marcel Duchamp, Luc Étienne, y Albert-Marie Schmidt entre otros. El objetivo del grupo era explorar el potencial combinatorio de aquellas coerciones formales como la gramática y las reglas de estilo, persiguiendo siempre la expansión del campo de posibilidades narrativas. Explorar los juegos y las combinatorias posibles dentro de las reglas convencionales de la literatura.
El inclasificable talento narrativo de Perèc crece bajo la influencia, precisamente, de los experimentos realizados al interior del OULIPO. Es así como en 1969 presenta su novela La Disparition [5] (El Secuestro), una novela policial que relata la misteriosa desaparición de Tonio Vocel y una secuencia delirante de maldiciones, asesinatos, incestos, venganzas y todos los componentes de una tragedia pequeño burguesa: banquetes, accidentes de tránsito, pistas falsas, policías rudos, informes desclasificados de inteligencia, variaciones del Zahir borgeano, paráfrasis a Melville, citas a un desconocido poeta chileno, descripciones de vestidos Chanel color gris o blanco, discusiones sobre arte moderno, variaciones sobre música docta, la utilización arbitraria de algunas palabras, cartas testimonio delirantes, y la desaparición o secuestro de la letra “e” (la más utilizada en la lengua francesa), que en el excelente trasvasije del equipo traductor derivó en la desaparición o secuestro de la letra “a” en nuestra lengua castellana, tan omnipresente como su contraparte francesa.
Adolfo Vásquez Rocca / GEORGES PERÈC; PENSAR Y CLASIFICAR
Introducción
Clasificando el mundo para comprenderlo a su modo, Georges Perèc no cesó de trastocar las convenciones de lo sensible y las jerarquías establecidas. Su mirada confiere a la trivialidad, a los seres y a las cosas cotidianas una densidad inesperada que nos turba y nos maravilla.
Georges Perèc es uno de los escritores más interesantes e imaginativos del siglo XX que, además de haber sido el creador de los crucigramas semanales de la revista Le Point, de París, realizó guiones cinematográficos, varias novelas, poesías, ensayos literarios y sorprendentes piezas teatrales. Georges Perèc, continua siendo casi desconocido para el gran público, a pesar de que existen traducciones de sus obras a 15 idiomas y goza de celebridad entre autores –para quienes constituye una inspiración– como es el caso de Raúl Ruiz[1], al modo como Jean Genet lo constituyo para Sartre.
La imagen que Perèc dejó tras de sí es mitológica. Hombre de infatigable libertad, para quien las palabras eran el medio de imponer eternidad a los objetos, fue perfeccionando con minucia el retrato que iba a dejar a la posteridad.
Desde hace más de una década, París ha sido poseído por el culto a Perèc, que se refleja en los incontables grupos teatrales, asociaciones de vecinos y clubes con su nombre. Todo autor francés de crucigramas ha desafiado alguna vez a sus lectores con los palíndromos, anagramas, heterogramas, homofonías, “bolas de nieve” y demás dramas alfabéticos en los que Perèc era un consumado maestro. Quienes lo conocieron dicen que era un hombre extraño, tierno, alegre, atento, curioso, con una inusual conciencia de su lugar en la historia.
Vestía siempre una camisa de cuello alto, se cortaba el pelo al rape y sus enormes ojos verdes, que centelleaban ante la menor respiración de la vida, le conferían un cierto aire seductor, disipado por los infinitos lunares y verrugas en las mejillas y las orejas apantalladas.
Dos años después parecía otra persona. Se había dejado crecer una barba desflecada en la mandíbula, que casi en seguida se volvió gris. El pelo enmarañado sobre la frente y los ojos, cada vez más abiertos, cada vez más asombrados, dominaban una cara radiante de tierna lucidez.
Desde comienzos de los 60, Perèc trasegaba las calles de París en busca de lo que él llamaba “las hierbas perdidas de la ciudad”: balcones, sillas de café, señales del metro, melodías cantadas por los vagabundos, frases hechas, listas de compras, sellos postales, boletas de supermercado.
De su infancia desgarrada dará cuenta mucho más tarde, en una obra de título enigmático, W. Allí evocará Isy, al padre que murió combatiendo en junio de 1940, y a Cyrla, la madre desaparecida tres años después en los crematorios de Auschwitz. Evocará la carencia de amor y la sorprendente felicidad de no necesitar el amor.
Unos tíos a los que casi nunca veía, le permitieron graduarse como sociólogo y trabajar como investigador en el célebre Centre National de la Recherche Scientifique. Todo el resto es literatura.
A fines de los 50, devorado por una fugaz fiebre política, publicó artículos combativos en las revistas Partisans y Cause commune, y con un dúo de amigos, Roland Barthes y Henri Lefevbre, fundó el grupo 'Argumentos', cuya única finalidad era conversar.
Luego, los tres se apartaron para escribir. Lo hacían frenéticamente, con saña, como si el próximo minuto de vida dependiera de la próxima palabra. En 1965, Perèc publicó Les choses. Su éxito fue fulgurante.
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VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, "GEORGES PEREC; PENSAR Y CLASIFICAR", en Revista ADAMAR, Nº 26, 2007, Sitio incluido en el Directorio Mundial de Literatura de la UNESCO. http://adamar.org/ivepoca/node/232
Adolfo Vásquez Rocca: GEORGES PERÈC; PENSAR Y CLASIFICAR
Extracto de Pensar Clasificar:
"Nunca me resultó cómodo hablar de mi trabajo de manera abstracta y teórica; aunque lo que produzco parezca originarse en un programa elaborado tiempo atrás, en un proyecto de larga data, creo que mi movimiento se encuentra -y se demuestra- andando: de la sucesión de mis libros nace para mi la sensación, a veces confortante, a veces pertubadora (pues siempre depende de un "libro que vendrá, de una inconclusión que designa lo indecible hacia lo cual tiende desesperadamente el deseo de escribir), de que recorren un camino, señalizan un espacio, jalonan un itinerario vacilante, describen paso a paso las etapas de una búsqueda cuyo "porqué" no sé explicar, pues sólo conozco el "cómo": tengo la confusa sensación de que los libros que escribí se inscriben, cobran sentido en una imagen global que me hago de la literatura, pero me parece que jamás podré asir esta imagen con precisión, de que ella es para mí un más allá de la escritura, un "por qué escribo" al cual sólo puedo responder escribiendo, postergando sin cesar el instante mismo en que, al dejar de escribir, esta imagen se volvería visible, como un rompecabezas inexorablemente resuelto."
- Georges Perec (1985)
Adolfo vasquez rocca georges perec; pensar y clasificar
Pensar y clasificar; Georges Perec, escritor y trapecista por Adolfo Vásquez Rocca
GEORGES PEREC EN SU LABERINTO.
Todavía no alinean a Perec al lado de Proust y de Céline en el gran canon de la literatura francesa del siglo pasado. Está demasiado vivo. Todavía hoy genera ideas, quizás incluso las genera más que antes, y mueve a los espíritus. Además, él no quería ser importante, huía de toda la parafernalia de lo solemne. Todavía hoy, cualquier línea suya da trabajo feliz a sus lectores. Es como si estuviera diciéndoles todo el rato que abran puertas, bajen escaleras, interroguen a todo aquello que les parezca que ha dejado de sorprenderles para siempre. Perec es un genio. Tiene una página de Tentativas de agotar un lugar parisino que puede perfectamente resumir su mundo: está sentado en un café de la plaza de Saint-Sulpice y se dispone a inventariar todo lo que ve allí (es decir, se prepara para agotar todo aquello que tiene delante, o al lado, en cualquier parte) y nos previene de que no está interesado en las estatuas de los cuatro grandes oradores cristianos de la plaza (Bossuet, Fénelon, Fléchier y Massillon) porque ya han sido suficientemente registradas y fotografiadas; quiere, en cambio, ocuparse de “lo que generalmente no se anota, lo que no se nota, lo que no tiene importancia, lo que pasa cuando no pasa nada, salvo tiempo, gente, autos y nubes”.
Experto en esquivar la grandeza, fue un maestro del arte de la atención a lo minúsculo. En ese descenso al territorio de lo pequeño reside paradójicamente su grandeza, que también se apoya en otra paradoja, su afán de que perdure el vacío de la vida: “Escribir es tratar meticulosamente de retener algo, de hacer que algo de todo esto sobreviva: arrancar algunos pedazos precisos al vacío que se forma, dejar en alguna parte, un surco, una huella, una marca, o un par de signos”.
Sus padres, judíos polacos que emigraron a Francia, murieron muy jóvenes, su madre en Auschwitz. Esto condiciona posiblemente su visión de la literatura que, aparte de un juego, es también una lucha trágica contra el olvido. Y al lado de esto, como una emoción añadida, ese frenesí encantado, esa pulsión por agotarlo todo. Creo que para comprender el providencial papel que en la historia más reciente de la literatura juega su obra conviene que viajemos hasta el contexto de la crisis de la gran literatura narrativa del siglo pasado. Terminada la época de las grandes novelas exhaustivas y extenuantes (las de Joyce, Proust, Thomas Mann o Robert Musil especialmente), la literatura narrativa se encontró en un callejón sin salida: mientras los ingleses, por ejemplo, mirando como siempre por encima del hombro, se refugiaron en los grandes modelos narrativos, que son extraordinarios, de sus siglos XVIII y XIX, los franceses se inclinaron por las formas experimentales (auge del Nouveau Roman y posteriormente Tel Quel), formas que no llegaron a cuajar, pero terminaron por crear las condiciones para la aparición de un auténtico artista contemporáneo, Perec, Georges Perec, que se alzó contra las pretensiones de los nostálgicos y, girando la espalda a lo supuestamente importante, se ocupó de lo pequeño: “¿Cuántos gestos hacen falta para marcar un número de teléfono? ¿Por qué?”
Ahora, transformado en un catálogo exhaustivo de gestos -que es lo que, a fin de cuentas, podría ser esta sorprendente y brillante muestra perecquiana que acaba de inaugurase en A Coruña-, el autor de Las cosas y de La vida instrucciones de uso se encuentra ante la hipotética oportunidad tardía y extraña de pasear por parajes gallegos inesperados por los que sin duda cruza todas las noches, sin yelmo ni protección alguna, con un pequeño ciclomotor de manillar cromado, contagiando de euforia inesperada a todo el barrio viejo de la ciudad de A Coruña. Hasta un bar próximo a la Fundación Luis Seoane, donde se presenta la gran exposición dedicada a la dimensión visual de su literatura, se ha sumado a la fiesta y promete servir muy pronto crepes de Perec, y también Perec Decrep, un cocktail nuevo. El casco antiguo de A Coruña se ha vuelto único, tan impar como el señor del manillar cromado. Y hasta se ha visto reforzado en su rebeldía por la calma tensa que ha venido a sustituir a la potente tempestad de los pasados días. Como si se esperara un acontecimiento.
Recorrí ayer la exposición en compañía de Hermes Salceda y Alberto Ruiz de Samaniego. A Hermes (que ha colaborado en la zona dedicada a OuLiPo dentro de la muestra y tradujo no hace mucho con Marisol Arbués el perecquiano ¿Qué pequeño ciclomotor de manillar cromado en el fondo del patio?) le parece que hay que ir a la Fundación a centrarse en el ojo de Perec, en las cosas que él miraba y en la forma que tenía de hacerlo: “Uno de los aciertos de la exposición es la continua presencia de textos perecquianos que en algunas piezas permite apreciar el aspecto visual de la forma de escribir de este autor, y en otras el traslado de las técnicas de escritura al lenguaje visual y viceversa: listas, trampantojos, letanías, heterogramas...”
Alberto Ruiz de Samaniego es director de la Fundación, comisario de la exposición y autor de una interesante obra ensayística que parece fundada por la Orden de Maurice Blanchot. Ha destacado en la Seoane por la osadía de sus magníficas y originales propuestas, que se rebelan contra una supuesta grisura de la provincia. Pienso ahora en su muestra sobre Michelangelo Antonioni como pintor, en la de Fritz Lang como escultor, y en esa inquietante muestra, Atlantikwall, impresionante recorrido por los bunkers nazis anclados en el norte de Europa.
Pere (t) c -el título de la exposición juega con el verdadero apellido del escritor, Peretz, y con la expresión latina que significa “lo demás”, que en singular podría servir como referencia a la inmersión del escritor en mundos más o menos ajenos a la literatura- incluye una selección de fondos de la Association Georges Perec y una serie de obras realizadas por artistas nacionales e internacionales. A lo largo del asombroso itinerario por el laberinto perecquiano, el espectador se encuentra con manuscritos y fragmentos de las principales obras literarias de Perec, a los que se suman algunas de sus famosas listas y enumeraciones, una selección de los bocetos preparatorios que, a modo de story board, dibujaba para planificar libros como La vida instrucciones de uso. Entre otras sorpresas, el visitante encontrará un cuadro que quizás creyó algún día que no existía: el que está en la portada de El gabinete de un aficionado y que sólo se vio en la edición española de Anagrama; es una pintura de Isabelle Vernay-Levêque, que ha cedido el cuadro por primera vez en su historia.
Ya sólo La Vida, instrucciones de uso contiene mil referencias al arte de la pintura. Hay también películas, míticas para los perecquianos, como El hombre que duerme, y la que realizó sobre Ellis Island y la emigración europea de principios del siglo pasado a Estados Unidos.
Si algo claro tiene el visitante que recorre esta exposición es que acabará agotado antes de agotar la infinita, laberíntica, ilimitada muestra de cómo trabajaba uno de los más grandes artistas del siglo pasado. Y lo que en cambio ignora –aunque ahora va a enterarse- es que si visita la toilette femenina, podría esperarle una sorpresa de órdago, diabólica para ser más preciso, aunque no sigo, porque, además, no sabría explicarla, quizás porque pertenece a la estirpe de “lo que no se nota”.
E Vila-Matas
Adolfo Vásquez Rocca: GEORGES PERÈC; PENSAR Y CLASIFICAR
Pensar y clasificar; Georges Perec, escritor y trapecista por Adolfo Vásquez Rocca
"ESPECIES DE ESPACIOS", de George Perec
Perec observa, cataloga, recuerda, matiza, ocupa espacios de palabras en los mapas con objetos y seres de palabra en este libro, plantea problemas, nos sugiere elementos cotidianos que deberíamos mirar más a menudo para inventariar. Va desde la página hasta el espacio en un recorrido que en su ascenso pasa por la cama, la habitación, el apartamento, el inmueble (momento en que recuerda "La vida, instrucciones de uso"), la calle, el barrio, la ciudad, el campo (que no existe), el país, Europa y el mundo.
Perec hace urbanismo emocional, arquitectura literaria, geografía de memoria. Ingenieria vital imprescindible.
Pues, tal y como termina diciendo en el prólogo de este hermosísimo libro:
"Vivir es pasar de un espacio a otro haciendo lo posible para no golpearse."
Adolfo Vásquez Rocca
VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, "GEORGES PEREC; PENSAR Y CLASIFICAR", en Revista ADAMAR, Nº 26, 2007, Sitio incluido en el Directorio Mundial de Literatura de la UNESCO. http://adamar.org/ivepoca/node/232
VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, “PENSAR Y CLASIFICAR; GEORGES PEREC, ESCRITOR Y TRAPECISTA”, En Escáner Cultural, Revista de Arte Contemporáneo y Nuevas Tendencias, Santiago, 2007, http://revista.escaner.cl/node/88
VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, “GEORGES PERÈC O LA LITERATURA COMO ARTE COMBINATORIA: INSTRUCCIONES DE USO”. En MARGEN CERO, Madrid.
http://www.margencero.com/articulos/articulos2/georgesperec.htm
Reseñado en Atlas de LITTÉRATURE POTENTIELLE, FRANCE
http://perso.orange.fr/jb.guinot/pages/GPoulipo.html
Georges Perec: “El gabinete de un aficionado” (Anagrama, 2008)
“…de un proceso de incorporación, de un acaparamiento: al mismo tiempo proyección hacia el Otro, y Robo, en el sentido prometeico del término.” (p. 71)
Javier Antón - Georges Perec
“…y entre ellos una pareja de chicas asiéndose por la cintura, un violinista malo, y una chica joven en una gruta escuchando a un guitarrista sentado a sus pies.” [El autor describe un cuadro de François Boucher, La fiesta campestre]
Georges Perec por Adolfo Vásquez Rocca
Georges Perec – LA VIDA, INSTRUCCIONES DE USO
Georges Perec fue uno de los más importantes novelistas experimentales del siglo XX y de la literatura francesa. Nacido en París el 7 de marzo de 1936, perteneció al grupo Oulipo, que fundara Raymond Queneau, cuyos componentes pretendían crear obras mediante una técnica de escritura limitada, en estrecha relación con las matemáticas. Su fama y su gloria literaria y económica vinieron dadas por la publicación, en 1978, de La vie, mode d’emploi (traducida al español como La vida, instrucciones de uso), considerada por muchos la mejor novela de la década de 1975-1985. El autor murió pocos años más tarde, en 1982, víctima de un cáncer de pulmón.
En La vida, instrucciones de uso se confirma la que parece ser una de las grandes reglas de la buena literatura: no siempre es importante la historia que se cuenta. En este caso, más aún: no se cuenta ninguna historia larga en las seiscientas páginas de la novela, sino que la historia es sencillamente la vida en un edificio de París, en cuyas ventanas el lector puede asomarse para descubrir el pasado y el presente de quienes han habitado esas cuatro paredes. Con todo, lo verdaderamente importante de esta obra es la narración, el modo en que se cuentan las historias: un narrador común, omnisciente, que unas veces se dedica a contar las vivencias de una familia dueña de un piso, y otras veces se limita a describir, con una minuciosidad extrema, el mobiliario que forman las habitaciones vacías. De esa manera, Perec elabora un fresco donde cada ventana es un mundo diferente que tiene con las demás la relación existente entre dos casas en un edificio vecinal.
Esta novela, altamente recomendable, supone un desafío para el lector medio, puesto que al no seguir ninguna historia, se asemeja más a un libro de relatos que a una novela; pero no obstante la independencia de sus capítulos –que se pueden leer al azar sin problema–, se puede discernir un argumento principal en el que se traza la personalidad del coleccionista de puzles Bartlebooth y su relación con los demás habitantes del edificio –el doctor Dinteville, Winckler, Foulerot, etcétera–, formando unos antecedentes que desembocan en un emocionante final en la tarde del 23 de junio de 1975.
Uno de los aspectos más importantes de la narración es la distribución de los capítulos. Georges Perec, en honor a Raymond Queneau, a quien está dedicada la novela, utilizó los cálculos matemáticos del problema del caballo para recorrer el edificio ventana a ventana con el movimiento en ele que caracteriza a esta pieza del ajedrez. Así pues, es posible seguir la trayectoria del narrador con un tablero donde cada ventana es una casilla. Esta técnica le sirve al autor para desplegar ese rico fresco de personajes e historias que a lo largo de la novela acompañan al lector con todo tipo de curiosidades, anécdotas y referencias a obras de todas las artes (una de las propuestas del autor, que tardó unos diez años en escribir la novela, dada la complejidad de cada capítulo, que según el mismo Perec debía albergar un número determinado de referencias).
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[2] PEREC, George, La vida instrucciones de uso, Ed. Hachette, Madrid, 1987.
[3] George Perèc nace el 7 de marzo de 1936 en París, de padres polacos.
[4] PEREC, George, Les choses, Paris: Julliard, 1965.
[5] QUENEAU, Raymond, escritor y matemático francés. Tras un primer contacto con el surrealismo, Queneau inició una evolución más personal que se caracterizó por la tendencia a tomar el lenguaje como elemento de experimentación formal, cuya máxima manifestación serían los Ejercicios de estilo (1947), que presentan hasta 99 formas distintas de contar un mismo y trivial episodio ocurrido en un autobús.
Su pasión por las matemáticas, los enigmas y los juegos estratégicos, le sirvió para construir mundos científico-imaginarios que él denominaba «patafísicos»: Les temps mêlés (1941), Saint Glinglin (1948). Autor poco dado a las confesiones y a las intimidades, a pesar de algunas novelas que podrían considerarse autobiográficas, su universo literario está construido con grandes dosis de humor inteligente e ironía, que a veces roza el absurdo, como en Zazie en el metro (1959).
[6] PEREC, Georges, La Disparition, Denoel Editions, 1969.
[7] Juan Luís Martínez (1942-1993), poeta que a fines de los 70 y principios de los 80 irrumpió en la escena lírica chilena con una poesía rupturita, escéptica e iconoclasta, incomprendida por buena parte de la crítica y rechazada por más de un editor. Los versos de Martínez han circulado por más de 20 años como fotocopias, aunque ahora la situación empieza a cambiar. La Nueva Novela –curiosamente a pesar del nombre– obra paradigmática de la vanguardia poética chilena se ha convertido en un objeto de un nuevo culto, el de la tacha de la autoría y la disolución del autor. Ver Artículo “Reconfiguración del concepto de autor", en Revista Poética VersOados, Madrid. http://www.geocities.com/versoados/conceptodeautor.htm
[8] En La nueva novela, obra paradigmática de la neovanguadia poética chilena, J. L. Martínez anticipa la escritura hipertextual, bajo el soporte de un libro para armar, desentrañar, recorrer, en algún sentido completar o construir, esto a partir de las tareas poéticas que aparecen allí prescritas, o los diversos enlaces con los que están tejidos problemas de física y matemática con otros de gramática, sintaxis e incluso ética.
Es imposible reseñar todos los juegos fantásticos del pensamiento, de la palabra, del contexto tipográfico y autoral, que esta obra nos presenta. Los textos de La nueva novela tienen la estructura del problema lógico, físico o matemático, con un espacio en blanco para su resolución, o con la solución misma a pie de página.
[9] PEREC, Georges, La vida instrucciones de uso, Ed. Hachette, Madrid, 1987
[10] Como Poe, baste como ejemplo la minuciosa descripción que hace de la habitación de Roderick Usher en La caída de la Casa Usher.
[11] PEREC, Georges, Las Cosas, René Julliard, 1965
[12]PEREC, George, W o el recuerdo de la infancia, Ed. Península, Barcelona, 1987.
[13] Ver “El Hipertexto y Las nuevas retóricas de la postmodernidad; textualidad, redes y discurso ex –céntrico”, Adolfo Vásquez Rocca, Originalmente publicado en formato impreso en PHILOSOPHICA, Revista del Instituto de Filosofía de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Chile, Volumen 27, 2004.
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